Darío tiene aquella edad en que uno no sabe si dar la vuelta al mundo, estudiar una carrera o hacerse monja, y entonces le llueve del cielo un pequeño teatro del que tiene que hacerse responsable.
Intentará escribir una obra para representarla con amigos y amigas, aunque en solo dos años este teatro se transforma en el eje y el escenario por donde transcurre su vida.